lunes, 28 de julio de 2014

CREPÚSCULO






Los atardeceres recostados
sobre el crepúsculo del cielo
nos recuerdan que morimos
y también los lloros que llenan
la carne que se va desgastando
mientras las rosas del polvo
que levantamos al caminar
festivamente se entristecen.
De esa manera se enrosca
en el entorno de nuestra vida
la serena serpiente escarlata
que abre el paso a la noche
y suenan los ecos de lo oscuro
tocando el arrebato del azar
como el zumo de una naranja
desangrada en nuestras manos.
Luego, ya sumidos en el silencio,
de entre las estatuas y las flores
surge una boca y nombra el alba:
Y tras las sombras el día reluce
mientras el silencio de los relojes
confunde o enciende las horas
que aún nos queden por salvar.




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