El timbre suena muy tenue. Él
abre la puerta, le franquea la entrada y la saluda. Deja el bolso y el abrigo
en un colgador granate. Sabe lo que hay que hacer, enfila el pasillo que huele
a un poco a humedad sintiendo una mirada acerada clavada en la espalda
repasando cada una de sus curvas.
Entra en la habitación. La luz
tiene un tono amarillento y al fondo hay un sillón antiguo, una pequeña mesa,
una enorme sombrilla negra, un trípode y una sábana blanca que hace las veces
de telón. Mientras se quita los zapatos piensa que el estudio no tiene mucha
pinta de profesional y observa como él prepara la máquina y cómo la mira a su
vez a través del visor, enfoca, ajusta el obturador y el diafragma. Deja el
vestido en el butacón y se tumba en la mesa. Por momentos siente algo de
frío... Ninguno de los dos habla y ambos saben lo que deben hacer.
Suena el primer clic, y de
fondo hay una respiración descompasada. Ella ya se imagina lo qué el fotógrafo necesita
en cada momento. Abre las piernas e inclina la cabeza hacia atrás, agitando la
melena sobre la madera. Él se agachará, muy próximo, enfocando el pubis y el
disparador no para de sonar, cada vez más rápidamente
La mujer sabe que está
excitado. Pero no tiene piedad y el sujetador vuela hasta caer sobre el asiento
del sillón. Reproduce sobre la mesa y luego directamente en el suelo las
escenas aprendidas en las revistas y las películas. Casi siempre son las
mismas, pero no importa porque a él no parece importarle y se estremece igual. ¡Clic,
clic! Se mueve inquieto y se escucha su respiración entrecortada. Abre y cierra
las aletas de la nariz con rapidez. ¡Clic!, clic, clic! el sonido se repite
decenas de veces. Se acerca, se aleja, se acerca de nuevo sin dejar de mirar a
través del visor. Haciendo hincapié en los pezones de ella erguidos por el
frío, sobre sus nalgas redondeadas, en su boca entreabierta como promesa de una
sensualidad sin límites...
Ya está acabando la sesión y
el artista suplica un paréntesis para revelar las fotos porque hay que
asegurarse de que hayan salido bien. Ella sonríe y asiente. Siempre ha sabido
que la cámara no lleva carrete y está muy segura de lo que vendrá a
continuación...
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