Si hay algo
a lo que pueda llamarse
inspiración
es la vida,
por eso para escribir
hay que aprender a vivir
con los poemas
antes de escribirlos,
ser paciente con ellos
dejarlos madurar
como la plasmación
de una idea,
ser paciente si se resisten
y conservar la tranquilidad
si nos provocan,
porque hay que esperar
a que cada uno
elija su hora de nacer,
que se consuma
en el poder que da la palabra
para expresar o callar
lo que se siente.
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