Florece el flamboyán,
las alamedas irradian
una hermosa fantasía
con el afeite carmesí
del árbol que despierta
sus sentidos al estío
y el paseante agradece
ese manto de sombra
que generoso tiende
a los pies del verano.
Alumbra el flamboyán
su hermosa pelambrera
que pinta de alegría
los horizontes urbanos
con los que el alma sueña:
Bellísimo bajo el fulgor
que a los demás abruma,
en colmada eclosión
sus llamas se trenzan
a las emocionadas ramas
como clamor de sangre
desbocado en roja espuma.
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