miércoles, 14 de mayo de 2014

LA TRANSICIÓN





Nos educaron en el inmovilismo,
bajo palio, sin imaginación
e inservibles para la cama
con la amenazante sotana
de la condenación eterna
vigilante de nuestros pasos.
Nos inundaron el cerebro
con tanto Concilio de Trento
tanto catecismo litúrgico
y muchas manos a la obra,
la misma que en esos años
repudiaba el orgasmo
por ser la única experiencia
metafísica que desnutría la carne.
Y era tanto lo que le debíamos
a los Reyes Católicos
y al diminuto tirano patrio
de voz atildada y gestos sórdidos
que nos quedamos sin sueños
pero formando un país
férreamente bien constituido:
Matrimonios bien constituidos,
familias bien constituidas,
un gris vistosamente constituido,
la esencia patria que preservaba
los eternos valores de occidente.
Y cuando pudimos arrasar con todo,
preferimos evolucionar despacio,
negociarlo para hacernos grandes
y que, de repente, todos fueran
ejemplarmente democráticos
hasta acabar en lo mezquino,
aceptando cualquier sustancia
perversa que nos represente
como pobres sin clase media
y pueblo sin revolución que valga.








No hay comentarios: