lunes, 26 de mayo de 2014

LA ESPERA





El amigo invisible
de sus futuros juegos
aún no tiene nombre,
el azar es un peluche
que llora en mis brazos
impacientes por abrazarla.
De seguro nada habrá
que se asemeje
tanto a sus ojos
cuando hayan visto
un momento de tristeza
como un inmenso
reproche a la vida.
Las paredes de su cuarto
se retuercen en la espera:
en el borde de la cuna
hay esperándola
un pirata con pata de palo
cuentos de hadas,
la nana que perdura
a través de generaciones
y una madre
que estará al tanto
para amamantarla
y amarla como sólo ella sabe.
Parece mentira
esta espera que parece

no acabarse nunca.





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