viernes, 11 de abril de 2014

UNA CONCHA





Tal vez, Noche,
no me necesitabas,
de la vorágine vital
fui lanzado a tu orilla
como una concha
vacía de perlas.

Indiferente,  seguiste
espumando las olas
pero yo supe
que en algún momento
la luna rotundamente
iba a contradecir
la supuesta inutilidad
con que me bautizaste.

Y que el interior
de esa frágil concha,
como en la casa
de un corazón vacío,
acabaría llena
con murmullos de espuma
y luminarias de sol
construyendo un tesoro
en las antípodas
del poder de tus sombras.

En esta etapa
estoy ahora, noche,
y me siento feliz por ello.







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