sábado, 8 de marzo de 2014

REFLEXIONES DE UN 8 DE MARZO




Alrededor de la noche
yacen los silencios
de esa mujer que trabaja
fuera y dentro de casa
y que guarda el cansancio
de un nuevo atardecer
tras su arbitrario destino.
Un aire tibio sublima
el sudor de su cansancio
y no es libre el vértigo
sino una línea roja
que jamás parece
disminuir sus límites
estrechamente marcados
por leyes y costumbres.
Es una mujer que se lamenta
porque sus derechos
no acarician el aire,
sabe que habría de ser libre
para gemir, llorar, reír
y sentirse realizada
sea cual sea la opción
que elija para su existencia...
Y que han de cruzarse
ante ella todos los verbos
que le dan hálito a la vida
como si una dicha no tuviera
valor si está quieta,
inmóvil entre las horas.
Habría de regocijarse
con una lluvia de amapolas,
pero la injusticia histórica
resulta una enorme carga
para sobrellevar en las sombras

que no la respetan.






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