Lo prioritario es la
confianza, sin ese ingrediente la receta social no sirve. Toda nuestra existencia
gira en torno a los sentimientos de confianza o desconfianza en los demás... Y
en nosotros mismos. La solidez de la pareja, de la relación comercial, del
grupo de amigos, del equipo de trabajo, de las asociaciones y organizaciones,
del partido político y del conjunto de la sociedad se basa, en gran medida, en
la confianza que existe entre sus miembros. En el éxito de un grupo juega un
papel fundamental la fuerza de la unión de sus componentes, y esta unión es,
sobre todo, producto de la confianza.
Para sobrevivir como especie,
el ser humano tuvo que aprender a confiar en el otro. Cuando el homínido dejó
el árbol y se adentró en un medio desconocido y lleno de peligros encontró en
el grupo la forma de no perecer. El vínculo social explica nuestro desarrollo,
y esa unión se fundamenta en la mutua confianza. Confiamos en los amigos, que
sabemos que están ahí para las duras y las maduras. Si se trata de una relación
amorosa, el acuerdo sentimental implica la mutua entrega. El enamorado repite
frases llenas de generosidad: ‘todo lo tuyo es mío’, ‘somos uno’, ‘te doy mi
corazón’. Por eso, la infidelidad, el engaño en general, suele doler tanto,
porque se ha faltado en lo más profundo. Y volver a restablecer el vínculo de
la confianza es difícil: hay roto algo que se suele considerar fundamental. Las
relaciones comerciales también se basan en una confianza no defraudada. El buen
comerciante lo sabe: un cliente descontento es un cliente perdido y además
difundirá su malestar. A medio y largo plazo el engaño significa fracaso, la
fidelidad del cliente llega cuando se satisfacen sus necesidades. Si se
mantiene su confianza el negocio está asegurado. En la ventita de toda la vida
se fiaba al vecino porque se sabía que en cuanto pudiese saldaría su deuda. La
palabra era sagrada, era el mayor compromiso, el prestigio social del individuo
estaba comprometido. En la actualidad la única opción que el sistema admite es
el préstamo y este se apoya en un aval (en una nómina, en unas propiedades o en
el respaldo del capital). Además, la entidad financiera siempre cobra unos
intereses; nada se fía, no hay confianza, el préstamo cuesta.
Por otro lado, cuando una
población no confía en sus instituciones y en sus políticos, la Democracia se tambalea.
El sistema entra también en crisis profunda cuando los ciudadanos asumen que la
justicia no es igual para todos, cuando consideran que no todos tienen igualdad
de oportunidades y, además perciben que los dirigentes se preocupan de sus
intereses particulares y de partido y no de procurar el bienestar general. La
desconfianza en el pueblo vecino provoca que los países se armen, y cuanto más
se arma un ejército más se arma el contrario. Además junto a la carrera por
acumular más armas que el otro, se incrementa el miedo y el odio. Ejemplos hay
a montones a lo largo de la historia.
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