jueves, 20 de marzo de 2014

EL ALFÉIZAR




Dejó los gastados tenis
en el alféizar de la ventana,
se los podría haber quitado
en cualquier otra parte:
en la oscuridad del cine,
junto al escritorio,
debajo de una mesa
de la cafetería,
a los pies de la cama
de una amante.
Todas las noches pensaba,
que quizás mañana
las cosas cambiarían,
pero llegó la notificación
que le obligaba
a abandonar su hogar
así que se le habían
agotado las razones.
Había que hacer algo
antes de que llegasen
el representante del juzgado
y los policías:
Se lavó, se recortó la barba,
se puso su mejor ropa
y lentamente, él también
se subió al alféizar
desde donde todo acabaría.








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