jueves, 6 de marzo de 2014

CAMPESINO





Miro al viejo campesino
concentrado en su trabajo:
Posee unas arrugadas manos
desbordadas de sabiduría
y a pesar de los años
se mueven con destreza
arrancando sin remisión
las malas hierbas del huerto.
Luego lo vuelve a repasar,
con paciencia surco a surco,
parece asumir que tiene
todo el tiempo del mundo
para hacer su trabajo.
Titubea, se detiene, duda,
pero vuelve a desbrozar:
Quizás teme haber arrancado
en alguna ocasión,
el fresco esbozo de una papa
que no reconoció,
porque el cansancio ciega
y los años más todavía.
Pero siempre regresa
a los surcos que conoce,
camina por ellos casi con amor
observando más despacio
y a la destreza, la sabiduría
profundizadas con la edad,
les acompaña ahora la ternura.





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