sábado, 22 de febrero de 2014

LAS CARAS DEL FASCISMO



Por mucho que se empeñen en vender una idea, si no comulga con nuestro concepto de justicia, jamás deberíamos aceptar ser incluidos en el lote. Nunca comulgaré con ruedas de molino porque un determinado régimen político en un principio se autocalifique con un concepto de sociedad cercano a mis postulados. Las palabras pueden ser armas cargadas de mentiras, los hechos no. Por lo tanto, hace mucho tiempo ya que tomé la decisión de no permitirle a nadie controlar ni lo que pienso ni lo que soy capaz de decir o hacer. No soy una marca a disposición de los mercados financieros y el infausto sistema que sostienen, pero aunque alguno ya esté pensando en calificarme como traidor, no soy domable y critico por igual las barbaridades cometidas por una izquierda que ni siquiera sabe reconocerse a sí misma, perdido el rumbo al alcanzar el puesto de mando en la nave de un país. No me vale un régimen que habla del pueblo, pero actúa como si los ciudadanos no existieran o se ha olvidado de lo que significan los derechos humanos, los únicos pilares donde puede sostenerse un régimen político decente. La razón es bien sencilla: los dueños de las formas políticas nada pueden con las potencias espirituales y el individuo mantiene su derecho inalienable a la libertad por mucho que se la mermen por una cuestión que incluso llega ser definida como estratégica. El individuo aislado es más importante que un partido, que un ejército, que cualquier usura impuesta por un gobernante. No vale inventar enemigos poderosos para justificar nada que no sea justificable por sí mismo.

La democracia es la manera en que tiene un pueblo de no ser esclavizado y éste tiene todo el derecho a defender esa bandera en las instituciones y en la calle, más aún si lo hace de forma pacífica. La democracia se ha interpretado de muy diversas maneras, pero en último término se simboliza en el pensamiento y el acto libre de cada ser humano. Un determinado sistema político no tiene ningún derecho a colocarse frente a nadie con la excusa de defenderle y mucho menos cuando se dedica a vender humo para que exista una élite que se reitere a sí misma en los discursos mientras la represión es el único pan que brota del horno ideológico que lo sostiene... Las ideas están al servicio de la gente, no pueden colocarse por encima, ni mucho menos en contra.


El poder, sea del signo que sea, se vuelve putrefacción cuando los que lo ejercen dejan de pensar como ciudadanos del común para, en aras de una supuesta avanzadilla ideológica, poner en práctica en la realidad del día a día la funesta justificación de que el fin justifica los medios. Los medios son un fin en sí mismos, lo que se pudre durante el camino no llega a meta alguna. Todos los que caen con la palabra libertad grabada a fuego en el corazón son nuestros, los verdaderamente nuestros, los que no han admitido ser comprados. Son anónimos, es cierto. Pero se mueven en ese silencio que jamás podrá ser controlado… Más poderoso que un partido, que un ejército o que cualquier usura impuesta por unos traidores. Se califiquen a sí mismos como de izquierdas o de derechas, los fascistas pueden vestirse de una amplia gama de colores y utilizar una gran variedad de máscaras. Ya sea en Venezuela, en Uganda, en España, en Ucrania o en Palestina: Las víctimas siempre acaban por ser las mismas. Son las mías, en ellas me reconozco...




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