martes, 7 de enero de 2014

COMPAÑEROS


Me gusta pensar
que mis animales
han tenido suerte
con el dueño que les
ha correspondido
es lo menos
que se merecen,
por mi parte
guardo el tesoro
de su amistad
en lo más profundo
de mi alma.
De vez en cuando
echo una mirada
bien adentro
y veo a los perros
asomando la cabeza
por la ventanilla
del coche,
olisqueando el mundo
mientras paseábamos,
corriendo entre la hierba
en busca del palo
que les tiraba lejos...
O añoro los momentos
en que se enroscaban
a mis pies en las tardes
donde la lluvia
era protagonista,
quizás soñando
con aventuras
bañadas por el sol
y batidas por la brisa.
Ahora la historia
es diferente
e igual de hermosa,
porque jamás pensé
que podía ser objeto
de una adoración tal
como la que ofrece
la familia gatuna

que me acompaña.




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