martes, 10 de diciembre de 2013

UN MOMENTO



Siempre hay un momento
para cambiar
de nombre las cosas
y enterrar algún hábito
en los cementerios
que forman parte del pasado.
Siempre hay un momento
para reconocer
que nos puede el miedo,
un gesto cargado de valentía
pues nos obliga a aceptar
que los huesos crujen
por el efecto en nosotros
de las cargas de la vida.
Siempre hay un momento
para asumir
que a la acción conjunta
de la sabiduría y la experiencia
le resulta imposible superar
en determinadas circunstancias
la fuerza de algunas corrientes.
Siempre hay un momento
para comprender
que resulta impensable
ganar todas las veces,
corolario convertido en llave
que nos abrirá la puerta

hacia un camino más amable.




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