miércoles, 4 de diciembre de 2013

AHÍ




Precisamente ahí
donde el incendio
de los relojes
enciende risas,
donde la puerta
del después
engulle el antes,
donde la lluvia
de la luz,
cae y nos empapa…

Ahí enriquecernos
hasta que la piel
se ilumine
en estrellitas de humedad
que alarguen risas
al margen de la maldad
que genera la ética
de impedir
que nos sintamos
especiales…

Ahí permanecer
combatiendo
dolores que corroen
sobre el aire
el hecho consumado
de un pálido subsistir
en amargos manantiales
hasta alcanzar

la génesis
de un cielo humano.




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