miércoles, 6 de noviembre de 2013

EN LA COCINA



Te observo en la cocina,
tú no te das cuenta
porque estás de espaldas
lavando la loza de la cena
y me quedo mirando
la personificada
tentación para mis ojos
de animal asombrado
en que te conviertes
con esa camisa blanca
que utilizas como ropa
para estar por casa.
Siento ganas de besarte
en el cuello descubierto,
levantar la blusa
y tomarte por los pechos
con un movimiento suave
(casi diría dulcemente...)
Pero tú te das cuenta
y ríes mientras en tus manos
se derrama el jabón
con el que acariciaste
previamente
los platos y los vasos,
con ese pequeño
y maquinal movimiento
que ejecutas con cierto
encanto ensimismado.
Así que ríes con ganas
y no paras de moverte,
como intentando
poner dificultades
a mi proyecto de caricias
puesto al descubierto...
Y ya no me queda
otro recurso que tocarte
la boca con mis labios,
en una gloriosa decisión
de ser poema con final
feliz porque te tengo.









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