martes, 12 de noviembre de 2013

BINOMIO



En estos inicuos tiempos
en los que las conciencias
parecen andar a la deriva,
precisamente cuando percibimos
que vientos de dirección cambiante
maltratan las ideas de igualdad
avivando constantemente
los más ancestrales temores
es cuando, a veces, una noticia
o una imagen desdibujada
se vuelve real para retrotraernos
y evocar el molesto recuerdo
de aquél hombre desaseado,
harapiento, desnutrido,
de mirada húmeda y lánguida,
cuyo timorata mano se extendió
hacia nosotros abierta y temblorosa
pidiendo humildemente limosna.
Y recordaremos aquella reacción
apresurando el paso sin volver
atrás la vista para escapar
de semejante compromiso,
dando pábulo a un temor ancestral
de lo que significa una existencia
vivida al margen de los círculos
socialmente establecidos.
Tal vez después, para exonerar
a nuestra conciencia más solidaria,
bien podríamos intentar redimirnos
culpando a la sociedad pervertidora
y convencernos así de haber obrado
lo más rectamente posible y olvidar
cuanto antes ese drama humano
como se olvida un ligero traspié
sin posteriores consecuencias.
Que triste la condición humana
teóricamente fraterna en lo colectivo
mientras da la espalda día a día
hacia algunos de los congéneres

que se cruzan en nuestro camino.



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