martes, 29 de octubre de 2013

RITO




La boca asociada al fuego
de una humedad desdoblada,
secreto tesoro que premia
cuando la desnudez se afinca
en la estación de tu delirio.
Hermoso y carnal misterio,
senda rescatada de los años
en que las distancias
se nos mostraban obligadas
por la ausencia que nos movía.
Pero se encendió la llama
una noche de providencia
cuando suavemente
bajé la curva de tu vientre
estremecido con la presencia
del apetito que lo ansiaba.
Así acabaste convertida
en sacerdotisa del amor,
invocando a las cenizas
que en lánguidos vaivenes
se distribuyen por las sábanas
irradiando suspiros para respirar
y no morir en el goce atrapado
en las redes de una boca
inmisericorde con ambas
mitades de la vertical entrega
con el fin de absorber el manjar
de la que es depositaria...
De esta manera se consagra
una parte sustancial del rito

donde el amor se encarnece:
Tú en la felicidad temblando
y yo en la dicha estremecido.





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