Nadie para hacer ramos de
flores como la dependienta de aquella floristería... Y su especialidad son los
Ramos de Amor, como ella misma los denomina. Para cumplir tales encargos pone su
alma en el empeño y consigue acabados únicos, que ya son famosos en buena parte
de la ciudad. Sólo exige una condición: Que siempre tienen que estar
acompañados de la correspondiente tarjeta y que previamente el cliente se la ha
de entregar para que sea la fuente de su inspiración...
Además, y en secreto, invariablemente
guarda una copia de la misma como recuerdo, junto a una foto del ramo ya
terminado. Eso sí, como son tantas, cada cierto tiempo las repasa con calma y
las mejores pasan a formar parte de un álbum que es su orgullo y le recuerda
constantemente que el amor es un sentimiento bastante más positivo en las vidas
de la gente de lo que comúnmente se cree. En sus días libres, repasa con un
placer infinito lo más granado de la colección y deja volar su mente,
imaginando las historias que están detrás de unas palabras que sabe muy bien
han tenido un papel fundamental en la existencia, tanto de quién las ha escrito,
como del destinatario...
·
No quiero que me digas que me amas, no quiero
que me digas que me quieres, sólo prométeme que pronunciarás mi nombre en
algún momento y sabré que al menos ese instante fue mío.
·
Ya no sabes quién eres, ni te acuerdas de mí.
Pero 40 años juntos son muchos. No te preocupes, pienso cuidarte y ser la memoria
de los dos, ahora es cuando de verdad voy a demostrarte que te quiero.
·
En Ecuador las flores siempre nos han olido
mejor... ¿Nos volvemos?
·
Para Alberto, de Paco: La niña viene mañana de
China. Ya somos una familia. Ahora no existen pretextos para la boda...
¿Fijamos la fecha?
·
Cada vez que te veo en el puesto del mercado me
dan ganas de comer fruta. ¿No Te extraña que vaya dos veces al día a comprarla?
Es que nunca me sacio de mirarte.
·
¿Si algún día me asomo a tu vida desde este
lugar donde te miro, al menos me tendrás un poquito en cuenta?
·
Olvídame si quieres luego, pero arriésgate a
probarme.
·
Cuantos años mandándote flores... Y espero que aún
sean muchos más. Tantos como jardines de felicidad me has dado.
·
Quiero enamorarte con el suave y fresco aire de mi
corazón de cristal... Y con la promesa de intentar que sea así toda la vida.
·
Por favor, dime que serás generosa cuando por fin
me atreva a pedirte la mano... Y me darás también el resto del cuerpo. De paso
no te olvides tampoco del alma, que igual es gemela a la mía.
·
Tengo un montón de puntos suspensivos para darte
y tantas ganas de comenzar...
·
No me perdones ahora, sólo pido una oportunidad
para demostrarte que lo merezco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario