lunes, 5 de agosto de 2013

CANTO A UN SENTIMIENTO



Hoy quiero hacer
un canto al sentimiento
que un día despertaste en mí
y voy a celebrarlo
más allá de cualquier
trivialidad en el gesto,
porque de alguna manera
también soy tú
y permaneceré contigo
aún cuando las manecillas
del reloj dictasen la hora
de cuidarte por ti misma.
Sabes que te quiero
y que es mi intención
romper contigo los contratos
firmados bajo la vigilancia
estricta del gran olvido
al que no le permitiremos
que nos haga suyos,
convertidos en seres
inalterables y solitarios,
únicamente sujetos
a las leyes de la supervivencia.
Abominaremos del amor
que vive de la memoria
y se torna insuficiente o triste,
errático espíritu de un aguador
incapaz de saciar la sed,
ninguna sed que le embargue.
Es ahora un tiempo
de primavera, de sabernos,
sentirnos hasta la médula,
de oler la pena y la felicidad
que anidan en el otro.
Los ciegos que se desnudan
delante de las ventanas,
no lo hacen por invidencia,
sino que aprecian el rumor
del sol surcando en la piel,
la cálida presencia de una
amigable caricia en la distancia.
En eso nos hemos convertido
desde que estamos juntos,
en seres bidimensionales
por la insuperable razón
de generar experiencias
y un volumen para el abrazo.
Por eso hoy me conjuro
para pedirte que me perdones
por el agotamiento
físico y mental con el que llego
algunas veces a casa
y te hago sentir abandonada:
tenemos también que entender
las pequeñas traiciones
que cometemos
contra esa extraña forma
de generosidad que debería
guiar siempre nuestras acciones
cuando se refieren al otro,
sabes muy bien
que jamás será indiferencia
porque eso sería para el que suscribe

como la antesala de su muerte.


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