La mujer toma el sol
apenas cubierta
por una diminuta
braguita del bikini.
Ha decidido
abrir su cuerpo
a la canícula
que como una lluvia
de fuego
la llena de luz.
Entre sus ojos
cerrados
la eternidad se vuelve
instante de oro,
es como si la luz
hubiese sido creada
para que el resplandor
de su cuerpo
le otorgase una vida
que perdura
gracias a ella,
pues sin saberlo
es la reencarnación
del propio sol
entre el rumor
de las olas en la orilla.
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