domingo, 28 de julio de 2013

DE CATÁSTROFES


Ya dijo Julio Anguita desde un primer momento tras el accidente del tren de Santiago que el tema de las catástrofes era una cuestión política: Porque lo ha sido apostar por la alta velocidad y lo es recortar en lo público. También lo son los despidos y ERE's en RENFE. O insinuar que detrás del descarrilamiento podrían estar ETA o Resistencia Galega. Y que el tramo de la vía en el que el tren ha descarrilado fuera construido por una empresa que ha hecho donaciones en B al Partido Popular y aparece en los papeles de Bárcenas.
Lo es asimismo que se haya reducido en un 70% el gasto en RENFE destinado a mantenimiento. Y que se penalice económicamente a los conductores de AVE que llegan tarde a su destino (o tengan primas por llegar antes que es lo mismo). O el lamentable espectáculo del presidente de gobierno que padecemos copiando un comunicado del terremoto en China para mostrar su pesar tras el accidente.
En sentido contrario, también es política (y de la mejor) la que habla de solidaridad y entrega, con los bomberos en huelga interrumpiéndola para sumarse a los efectivos de rescate, que los médicos en paro despedidos por la Xunta Galega acudan a ayudar y que una masa ingente de ciudadanos haya colapsado los servicios de donación de sangre. Las crónicas en este sentido son lo más emocionante que haya llegado a nuestros sentidos en mucho tiempo...
Pero al fin y al cabo todo pasará con el tiempo y volveremos a lo mismo mientras los afectados rumiarán su pena sumidos en el olvido: Seguiremos asumiendo que la política es votar cada cuatro años como robots y a sentirnos protagonistas durante las respectivas campañas electorales. Por lo demás, ya se comienzan a lanzar desde los pulpitos mediáticos el mensaje de que la izquierda politiza las tragedias. La cuestión está en que el no querer politizar la catástrofe y negarse a pedir responsabilidades, también es hacer política. Mirar hacia otro lado ante la injusticia es el mayor ejercicio de política de baja estofa. Pero claro, luego los que lo politizan todo son otros.
El hecho de que se trate del mismo gobierno que hablaba de unos 'hilillos de plastilina' cuando el Prestige, que nos metió en una guerra basada en mentiras, que hace declaraciones de prensa desde una tele de plasma, que ha pagado los abogados del caso Yakolev 42 con dinero negro y se encuentra enfangado en múltiples casos de corrupción, debería ponernos en alerta... Pero no, la mayoría cree en el azar, de la misma forma que se deja convencer con aquello de que los comunistas les van a quitar la casa, aunque luego quien se la apropia sea el banco capitalista.

Después la gente se sorprende cuando hay un reportaje televisivo sobre el accidente del metro de Valencia, se publica el desánimo en que se encuentran los afectados del terremoto en Lorca o se comenta el abandono en que han sido sumidas las víctimas y familiares del accidente del Spanair en Barajas. Y se pone el grito en el cielo por causa de desvergüenzas que algunos llevan denunciando años... Pero mejor hagamos como que nada ocurre y culpemos al azar y a la mala suerte, mejor incluso: culpemos al maquinista como se hizo en el Metro de Valencia... O como se intentó culpabilizar al piloto en el fatídico despegue frustrado del vuelo 5022 y así no tendremos que pedir responsabilidades a cargo alguno. Mejor lamentarse que batallar ¿no? Es algo a lo que está, por desgracia, muy acostumbrada la ciudadanía española.


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