Todos libramos
guerras interiores
y nuestros son los muertos
y nuestros son los muertos
que se nos quedan
por el camino.
Nuestras son también
Nuestras son también
las brisas ardientes
que nos corroen el alma
y los ojos inocentes
que dejan de mirarnos.
y los ojos inocentes
que dejan de mirarnos.
Cuando algo así sucede
sólo nos quedan
preguntas sin respuesta
y me sé de memoria
mi nómina de errores,
pero aún así continúo
pero aún así continúo
esta particular contienda
contra las mentalidades
que todo lo pudren.
Esos que no saben
que el amor florece
entre muertos y sargazos
y que puede afirmarse
profundamente arraigado
en la esencia de esta tierra.
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