Ante el vergonzante
intento de apropiación
del lenguaje
por parte del poder
político, editorial y económico,
ante la manipulación
a la que es sometido
cada día en los parlamentos
y tribunas mediáticas,
disponiendo a su antojo
el orden y el sentido
de las palabras para crear
desatinos incomprensibles
con los que justificarse,
ante la mentira y la corrupción
que se han adueñado
de la cotidianidad
mientras el eufemismo
se normaliza en el repertorio
retórico de quienes gobiernan…
Yo digo que es la hora de sacar
la palabra a la calle,
de reivindicar la poesía
como el idioma de la verdad
como pensamiento y sutileza,
como belleza y sentimiento,
como actitud insurgente
frente a la injusticia,
como relato que cuenta el mundo
y da cuenta de la vida...
Porque desde la poesía
reclamo que aún podamos llamar
a las cosas por su nombre,
porque es la única manera
de interpretar lo que firmo,
como por otra parte
tantas veces hicieron
con la perfección de lo escrito
los que hasta aquí me trajeron.
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