miércoles, 8 de mayo de 2013

NADIE LOS VE




Y en este mundo
donde la ceguera
es la llama que representa
la más atroz indiferencia,
nadie los ve.
Pero hay otra llama,
la de su sangre ardiendo
inapagable
a pesar del viento de los siglos.
Y ahí siguen impasibles
los desheredados
en su silencio ahogado,
trozos de miseria con alma,
tristeza acorralada
sin esperanza alguna.
Por eso escribo a gritos
sobre las tierras que les dejan,
las que nadie más quiere,
el sequedal
que jamás lavará la lluvia
en un pronto compasivo
tras los alambres
de espino e inhumanidad
que levantamos
para que no nos contamine
su miseria
y para que mueran
de una puñetera vez
y nos dejen tranquilos.
Mírenlos por una vez,
una sola vez al menos,
véanlos parados
en los márgenes de la vida
con la mirada rota
a causa del pasado,
por el presente y el futuro…
Pero no. Absolutamente
nadie los ve.


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