jueves, 30 de mayo de 2013

ÁFRICA


De nuevo llega hasta mí
la voz de un continente
y amordazo la mía a su silencio,
atado al ocre de la tarde
que nos enllaga el alma.
Entre hojarascas yacen
ahora mismo mis versos
que no saben de matices,
fugaces transeúntes
tapizados de un dolor que no cesa
tras el misterio del amor
que te nombra, África.
Con la fuerza intangible de tu luz
habilito la lluvia de mis ojos,
reinvento tus colores,
y reto a duelo un pulso de tristezas
en este inquebrantable desconsuelo
por tus hijos, mis hermanos,
el amor tenaz y lacerado
que me abre a ti para soñar
la vida sin la sombra desnuda
de amarguras y abandono
que remueven tu simiente.


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