Como quien descubre el truco
del gran ilusionista, parece que lentamente nos emancipamos de los viejos
demonios que acogotan la democracia desde dentro mismo de las instituciones. Da
la impresión de que empieza a romperse el espejo que nada refleja y comenzamos
a entender que solo depende de nosotros reinventar el futuro que nos estaba
destinado. Es que el mundo se nos presenta, a esta altura del suceso, como un
cadáver putrefacto, ya con los rasgos deformados, espantoso, horrendo y
despojado de todo misterio sorprendente, de cualquier mención desde los
púlpitos que contenga un poco de humanidad. Los grandes victoriosos nos han
condenado a la miopía obligatoria, al sufragio rendido a las mentiras, al
difuso festejo de la ambigüedad, a los carros alegóricos de los lobos vestidos
de corderos y las heladas y egoístas aguas que nos presentan con la mejor
publicidad del mercado la grandiosa miseria que implica crucificar cualquier
tipo de deseo. Hasta vivir con dignidad ha pasado a formar parte de la lista
negra, y la voz tecnocrática del que nos exprime no tiene problema en explicar
que por los pecados que otros han cometido y los que seguramente cometerán,
debemos hacernos cargo de los problemas de toda la comunidad. No hace falta
explicar a quiénes nos referimos: Una pléyade de inversores, especuladores y banqueros junto a
sus aliados, los economistas y los políticos que con tanta facilidad provocan
nuestros males y expenden luego a golpe de decreto la receta para curarlos . Esos
que nos explican, nos convencen, de que siempre hay un único culpable: Todos.
Hasta pretenden descaradamente
convertir la historia en propiedad privada porque si nos mienten sobre el
presente, más sencillo aún resulta hacerlo sobre el pasado. Por eso luchar
contra la amnesia es una tarea necesaria para todo aquel que quiera arremeter
con ansias contra lo que ocurre en el ahora y preparar la llegada de la imaginación al
poder. He ahí la necesidad de conservar la Memoria Histórica. He ahí la razón
por la que algunos la rechazan de manera tan contundente.
Tomemos un ejemplo: Ahora
mismo se está desarrollando ante nuestros ojos un episodio más del drama en
Oriente Medio. Se repiten los hechos, los análisis falsos y las vergonzosas
conclusiones. Análisis que ensucian una y otra vez la realidad del espanto del
holocausto y las lágrimas judías, para vendernos un pretexto histórico como justificación
del dolor palestino. Afortunadamente los hay que resisten y no andamos de modo
alguno por un campo absolutamente desolado... Aun se ven los tallos, aun ese
aroma verde se usufructúa en el aire recordando que tenemos ante nosotros la
tarea de rescatar aquellos rastros del espíritu, aquel potencial llamado a la
locura racional, a la psicosis científica, al acto extraño del resurgimiento, a
colocar los claros espejos, pues debemos reflejar la luz desde el pasado al
futuro para no hacerle el juego a los que aparentemente tienen una explicación
sencilla para todo. Sencilla y desde luego, falsa.
La cuestión es que han querido
seccionar nuestra capacidad de comprensión con el artero filo de la traición...
Pues que esperen sentados los monos de despacho, que golpeen con firmeza los
tabicados sillones, que revoloteen pensantes las guerras y los nuevos muros,
que se desdichen, porque aquél rio de sangre hirviente en las calles que tanto
ayudó en el pasado a cambiar la realidad ha regresado, se aproxima el momento
en que luchando de nuevo por el presente, tomaremos el testigo que nos han dejado las generaciones
vencidas. En un mundo donde la muerte y la desesperanza se imponen como
moneda de cambio, la solidaridad y la fortaleza han de ser las armas con que
construyamos un puente hacia el futuro.
Ser humano perdido por los laberintos
de los tiempos modernos: Te han querido robar tu pequeño trozo de Paraíso al
que tienes derecho, los que se pasean como si hubiesen logrado plasmar una gota
de pintura en las eternas galerías de la humanidad. Pero esos mismos
impresentables no actúan de la misma manera cuando sienten el cosquilleo de la
amenaza, cuando miran refunfuñando a las calles llenas de gente protestando, y
sacuden mamporrazos dialécticos y falsas estadísticas que sólo causan
hilaridad. Nos repiten constantemente que no hay otra manera de hacer las cosas
y que debemos resignarnos... Pues que esperen en vano, los viejos vientos de la
rebeldía no caducan, ni se desvanecen. Que nos disculpen sus señorías, pero han
de tener claro que esta tormenta ha llegado con fuerza y existen muchas posibilidades
de que no escampe. Que se preparen los monarcas especulativos, los egoístas que
nos imploran la amnesia obligatoria. En cada individuo que despierta, y en cada
grito conjunto están nuestras mejores armas. Que
sus palabras se escuchen como los explosivos que arrasan de un impulso los muros
de la opresión: La vida es hermosa. Que las futuras generaciones la libren
de todo mal, opresión y violencia y la disfruten plenamente. No podemos darle
un mejor sentido a nuestra existencia, que la manada ruja y tiemblen las bestias
dañinas de esta selva.
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