Los que ostentan el poder
deberían saber
que el mayor crimen
contra la humanidad
es hacer que los vivos
casi envidien a los muertos.
De momento,
la receta para la crisis
consiste en prescribir
toneladas de mentiras
para que no cunda el pánico
y el ciudadano acepte
su desahucio del sistema
sin armar excesivo ruido.
No es de extrañar
que esto suceda en un país
en el que no hay banqueros,
sino peritos de la usura
y en lugar de estadistas
sólo podemos encontrar
comisarios políticos.
Los ajustes de cuentas
con este tipo de gentuza
hay que plantearse
hacerlos aquí y ahora.
Es cierto que debemos
buscar la paz de espíritu
y no perseguir el conflicto,
pero si van a por nosotros
hemos hacerles frente
para convertirnos
en la peor de sus pesadillas,
y no caer en el desánimo
sin dejarles marcas en la piel:
No se lo pongas más fácil
eligiendo la vía del suicidio.
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