martes, 9 de octubre de 2012

GOLPISTAS



Resulta alarmante la situación de la democracia en España. Hay fundadas sospechas de que una pandilla de desalmados intenta dar un golpe de estado a nuestras libertades. Con el pretexto de la crisis y bajo la égida del liberalismo económico se ha organizado desde dentro mismo de las instituciones para enterrarlas y socavar el régimen de compromiso con la mayoría que debería ser connatural al sistema. Cada viernes se nos fusila con las armas de la falsedad y la manipulación en las tapias de La Moncloa y en la rueda de prensa posterior los propios causantes de nuestra desventura nos dan el tiro de desgracia argumental, consiguiendo que el deterioro social no parezca tener límites.
De hecho, este grupo antisistema ya ha llevado a cabo otras acciones paralelas para menoscabar nuestro modelo de vida, desprestigiar las instituciones y desestabilizar el régimen parlamentario. Y lo peor de todo es que lo ha hecho en nombre de la democracia y de los ciudadanos a los que dicen representar. Es sencillo encontrar ejemplos que lo demuestran. Basta con echar un vistazo cada día a los titulares de los diarios para toparse de bruces con algunos. En España la realidad de la economía se ha vuelto antagónica con el llamado Estado del Bienestar. Los golpistas están consiguiendo que sean dos situaciones que se repelen y, por ahora, no hay visos de que tengan intención de parar. El promedio de mortandad de los derechos sociales se torna cada vez más alto. Y lo peor de todo es que estos impresentables afirman desde sus tribunas, despachos y escaños ser los únicos y verdaderos representantes del pueblo que, por otra parte fue engañado descarnadamente para que se votase un programa construido como una gran mentira, pues nunca fue su intención cumplir el compromiso adquirido en las urnas.
La gente de esta calaña desprecia las sensibilidades que no les son afines. Incluso se atreven a celebrar públicamente con aplausos y vítores los crímenes sociales que ejecutan implacablemente. Dicen asimismo defender el sistema de voto pero lo traicionan cuando no sirve a sus propósitos. Aseguran proteger el bien común pero actúan solo en beneficio propio o de una élite económica con la que aspiran a codearse si reúnen los méritos suficientes. Se han arrogado la legitimidad en exclusiva del sentir de la mayoría, lo que les sirve de coartada para cargar contra el interés general y tratar de desmoronarlo. A punto han estado de conseguir que la ciudadanía dude de la conveniencia y viabilidad del Estado pensado como un proyecto común. Han devaluado los votos hasta convertirlas en basura, es cierto. Han pisoteado la legalidad vigente, se han reído de la Justicia, han apaleado la reputación institucional y han atacado nuestro modelo económico. Todo eso también lo es. Han alterado la paz social y el orden público, han violentado las bases de nuestra sociedad y han actuado con violencia inusitada cuando la población desesperada ha elevado gritos e izado brazos en las calles como señal de protesta. Pero calcularon mal y se han extralimitado demasiado... Y han empujado, por fin, a la ciudadanía a hacerles frente y exigir que se vayan. Parece que nos hemos dado cuenta de que nuestra única posibilidad de futuro empieza parándole los pies a los golpistas. En esa encrucijada estamos ahora mismo... Deseo con toda mi alma que esta historia tenga un final feliz, no creo que a estas alturas haga falta explicitar cual.


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