Veo a ciudadanos indefensos
que no entienden la razón
de ser atacados con tanta saña.
Veo a policías armados gritando
Veo a policías armados gritando
con una fiereza inusitada,
veo escopetas, cascos, porras,
botas con punta de metal
golpeando con saña inusitada...
Veo una imagen repetida cíclicamente
cada vez que la gente sale
a gritar su indignación a la calle.
Veo campañas de intimidación,
silencio o tergiversación informativa.
Veo meses de recortes sociales,
de fractura cada día más profunda
entre la ciudadanía y sus representantes.
Veo a la economía como pretexto
para secuestrarnos el sistema
y enterrarlo en lo más profundo
del bosque del despotismo.
Veo víctimas que salen a protestar
porque necesitan que las cosas cambien
y anhelan creer que es posible.
Veo la soledad ante el dolor y el miedo,
cómo la solidaridad y la decencia
huyen obligadas cuando todo es pánico
y hay que correr para salvar la vida.
Veo un país que se quiebra
porque algunos piensan
que la legitimidad de los votos autoriza
para hacer lo que les viene en gana
y traicionarlo todo y a todos.
Veo la corrupción en el poder,
su identificación con los mercados
y aplastando a quienes rechazan
esta manera de entender la política
en una dinámica de explotación
y crueldad infinita y eterna.
Veo a los responsables en la cúspide
lavarse la conciencia con frases vacías
y sin mancharse jamás las manos...
Veo que tiempos pasados se repiten
porque en realidad la calle
siempre nos la tuvieron secuestrada
y que cuarenta años después
los presupuestos y los uniformes
de los que se supone que deberían
defendernos inoculan prepotencia
e insensibilidad al dolor popular.
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