martes, 11 de septiembre de 2012

ÁFRICA


Es ahora mismo cuando,
después de haber vagabundeado
por las veredas del día a día,
los vericuetos del ornamento,
las primeras planas de los diarios o
los laberintos venturosos
que transitan en mi interior,
comprendo lo fútil de algunas andaduras. 
Ojalá consiguiera que lo escrito
se hundiera mil metros hacia el alma,
y al garrapatear África, 
rebrotaran las raíces que conectan
lo que siento con lo humano,
mis manos con las de todos,
los labios con la sed del que sufre. 
Cómo sería si estas palabras
se alzaran hasta el cenit de la tarde,
y al pronunciar África, 
se abrieran en canal las palabras de otros,
pariesen solidaridad contra el polvo,
y se dijesen cosas como aguanta
que te doy mi mano y te prometo 
que mañana no habrá estómagos vacíos…
Es aquí y ahora, cuando pienso África,
que se tuerce tras de mí lo recorrido,
el poema muda su piel de escritura
y acabo por no entender nada.
Ni que tendrá este día de bueno
que ofrecerle a los africanos.  

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