jueves, 20 de septiembre de 2012

A FUERTEVENTURA




La isla estaba allí
y era una especie
de desierto africano
anclado en mitad
de las aguas del Atlántico.
No hacía falta mirar demasiado
para captar la perfección
porque los ojos sólo eran,
una circunstancia más
acariciada por el sol
y con la arena girando
entre la inmensidad
del dorado litoral
hasta impregnarse en la piel.
Era solaz, tranquilidad
y era un anti estrés
tragado al respirar.
La voy a recordar con amor
porque fue posada
recubriendo nuestro ánimo
hasta que la vuelta
de nuevo nos trajo
a la vida de continuo.
Pero siento aquel aire
muy dentro nuestro
y aflorarán siempre
de entre mis recovecos
esos extraordinarios días
donde la isla que allí estaba
y era un desierto hermoso,
nos brindó sus playas
y conquistó el corazón
pues oigo ahora el crepitar
profundo de sus días,
la soledad de sus espacios
en un tranquilo vacío
lleno de esperanza y belleza.

1 comentario:

Anónimo dijo...

-Gracias