martes, 21 de agosto de 2012

NADA QUE ENTENDER



No hay nada que entender
cuando se profana
el alma de la inocencia,
no hay credos
ni disquisiciones económicas
que justifiquen
las figuras esqueléticas
de los que ni siquiera les queda
la posibilidad de una sonrisa...
Pero los hay que adoran
a los dioses que están al servicio
de la causa de la indigencia.
Y condenan a los maldecidos
cuando naufragan
sus frágiles barcas
en las orillas de la opulencia
porque se niegan a mirar
el bagaje de la miseria
y las causas de la desesperada
huida del hambriento.
No hay futuro digno
cuando alguien se niega
a aliviar la piel del oprimido,
a ofrecerle una esperanza
y tallar vida en sus ojos.
Mientras en occidente
se habla de crisis financiera,
sigue sembrando injusticias
más allá de sus fronteras
y se recortan los planes de ayuda
porque no cotizan en bolsa.
En las catedrales y los Parlamentos,
se da la callada por respuesta
y sus responsables
ensucian de fango y vergüenza
el cielo de la solidaridad
que debería existir en La Tierra.
Nada hay que entender
cuando en otro lado del mundo
un niño muere de hambre
o de alguna enfermedad
erradicada en estas latitudes.
Sólo la repugnancia y la rabia
por la razón de los hechos
que nunca jamás se erradican.


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