lunes, 2 de julio de 2012

CERVEZA NEGRA


Desde detrás de la barra la camarera sonríe, mientras él le pide que ponga otra cerveza. Siempre negra, porque es lo más parecido que encuentra en el bar al color de la radiante piel de ella, que después de servirla sonríe con la complicidad que le obliga el saber que la noche es larga y porque interpreta que comienza de nuevo una escenografía de ardides y disfraces que sólo puede callarse a voces.

La música pone de fondo una banda sonora tropical a la historia, mientras el cliente se atreve a dibujar un nombre con los dedos mojados en espuma en el frío mármol de la barra que desde que se conocen los separa:
Tamara. Hermoso nombre para seducir sin darle descanso a los sentidos. En las ensoñaciones del que lo ama resuena con ecos de playas blancas, a palmeras con un toque de sal en sus hojas, a vegetación exorbitante y a baños nocturnos alumbrados por la luna, salpicados de delicias que en los besos se confundirían con la piel y el sabor a ron que exhumarían sus protagonistas por los poros...

El hombre se estremece. Esta noche especialmente la descubre mirando observando con persistencia y con una pizca de malicia en los ojos, que logra sacarlo de sus ensoñaciones, como si hubiera adivinado los pensamientos que albergaba en el alma. Un hormigueo le recorre la espalda, aunque sepa que si osara dar el paso que tanto ansía serían rechazadas con un ligero movimiento de cabeza las locas proposiciones que se le ocurren hacerle, como siempre que llega el momento culminante de cada noche que pasan juntos, él como cliente, ella como solícita barman.

Es mulata como las pasiones que despierta mientras escucha con paciencia las mentiras, porque sabe que surgen desde el punto de locura que a él le embarga desde que la conoce. Apoya la cabeza entre las manos y empieza a descubrir que no lo hace por resignación. Ya les da igual que las historias lleguen cargadas de desvarío, porque necesitan inventarse cada noche una vida de héroe para él, en confesiones que se entregan en confusos fascículos desde la frontera de cliente habitual de un bar de carretera. Y de esa manera al narrador le llegan pequeñas victorias en forma de sonrisa desde los labios que tanto desea, cuando desde antes del primer trago ya se lanza a tumba abierta  para informar muy seriamente que la ama, que le había secuestrado el corazón desde la primera vez que contempló el rostro caribeño con que lo mira. Luego apura la bebida a su salud, porque la cerveza es negra y mientras la bebe intenta autoconvencerse de que ha sido servida desde el corazón.

 ¿O no es un engaño? ¿Y si esta es la forma que ella ha elegido para amarlo? ¿Y si la noche menos pensada, la frontera es traspasada y los sueños ganan la partida a la realidad de cada noche que viven desde hace tanto tiempo? A veces se confunden las ilusiones y el contexto. El hombre se angustia, está llegando el momento de la despedida.

-No me hagas caso -piensa: sigue sonriendo mis fantasías y ponme la última cerveza antes de que llegue la hora del cierre, te niegues como siempre a que te acompañe a casa y me despidas sin mirarme a los ojos, con un tímido beso, ración de promesas que dejará una sensación de soledad que sólo se aminora con el sabor que me ha dejado en la garganta la bebida que me serviste mientras me mirabas y yo me mentía...

La contempla la enésima última vez antes de macharse, y capta sorprendido una sensación nueva, un movimiento de duda, como si por una vez el guión hubiese sido escrito de forma diferente... Flotan en al aire unos segundos de magia, que parecen desvanecerse al apagarse las luces del local. Luego, frustrado, como siempre, inicia el camino de vuelta a casa. Y es justo en ese momento cuando una voz femenina pronuncia su nombre... Al volverse, la sonrisa que tanto ama es otra: cálida, afectuosa y cercana. Sólo se le ocurre como respuesta abrir los brazos y cerrar los ojos, temblando de emoción por la que pueda ser el siguiente movimiento... Y una lágrima de felicidad humedece su cara, cuando suavemente el cuerpo amado viene a encontrarse con el suyo.

-Ya no más historias inventadas- le susurran. –Ahora empezaremos la nuestra y por lo que a mí respecta la realidad superará cualquier ficción-


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