nos volvimos presencia
y decidieron besarse
nuestros sueños.
Mis ojos desiertos
se miraron en los tuyos
y entendieron.
Empecé a sentir
que tu vida estaba
hecha
para mi tiempo
y que la mía
quería ser partícipe
de tus caricias y tus pesares.
¿Dónde viviste todo este tiempo
en que existías sin verte?
¿Cómo podía cantar
sin la dicha de tus labios?
Se acabó el tiempo de no amarte
y aprendí a toda prisa
a quererte
en la nada o por el todo.
Fue en esa presencia tuya
donde se materializó la dulzura
de nuestros más locos proyectos.
Y es que hay verdades
deslizándose por tu cabello
intentando configurar
tu cielo y mi tierra.
Hay un sinfín de silabas
derramadas a nuestros pies
que saben de la felicidad
de constatar lo que sentimos.
Insistamos y la soledad
tendrá que buscar otros mundos
porque estaremos vacunados
contra el mal que acarrea.
Y como sé que un siempre
suena demasiado a eternidad,
prefiero mil veces el ahora
que vibra emocionado
cuando la ternura se aposenta
sobre mi alma y tu conjuro...
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