sábado, 7 de abril de 2012

MOMENTO



Me niego a renunciar 
al resplandor oceánico 
que ha de asomarte 
 en el balcón de los ojos 
cuando dirijas tu mirada 
de mujer urdida 
en un instante de amor 
a lo más profundo 
de quién te abrace... 
Y en consecuencia sentir 
que sean mis manos 
las que se emocionen 
sintiendo que es real
 la belleza de tu existencia 
extendiendo su luz 
sobre la mía que te adora. 
Tendría un valor inigualable 
ese relámpago perfecto 
de presencias simultáneas 
y como ya nada superaría 
una emoción de tal calibre,
podría entonces sumirme 
 tranquilo y recompensado 
en ese estado vital 
donde ya poco importaría 
seguir estando solo 
porque al menos una vez 
te mantuve conmigo.

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