te buscan por las esquinas
rompiendo la luz incipiente
como fantasmas,
porque tienen necesidades
y sueñan con rozar tu piel
desde un hombre que sufre
con el vértigo de sentir
cuando te mira o te piensa.
Amanece y mis palabras
ni quieren ser susurros
ni pretenden otro anhelo
que arrojarse a tus manos
y detener la noche,
para separarte los muslos
y romperse en tu voz
cuando gritas el saber
de una mujer deseada.
Amanece y mis palabras
te buscan en la aurora
como una flor solitaria
que necesita la caricia
de tu piel de mariposa
para alimentar su ternura
y mientras tanto espera
a que vueles alrededor
de su propio deseo
pidiendo morir felices
al encontrarse con tu boca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario