dos sílabas y un diptongo.
O miles de latidos
conservados en esa caja fuerte
que llamamos corazón.
Me sonríes
y es como si acabáramos
de pensar a la vez,
que la palabra cariño
tiene una verdad evidente.
Y me río a carcajadas
cuando pones
una cara de enfado rebatible.
Días sin vernos. Te busco.
Te encuentro. Hablamos.
Pienso algo así como
“menos mal, por un momento
sentí que la había perdido”.
Y las dos piezas del puzle
vuelven a encajar
a la perfección.
Magia: Evidentemente.
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