viernes, 9 de marzo de 2012

INFERENCIA




Sentir, nutrir la piel
con aire, sol, sonrisas,
miradas y sensaciones...
Alimentar los ojos
con la belleza
cuando se hace presente.
Cuidar un sentimiento,
dejarlo recorrer
múltiples caminos,
en viajes de ida y vuelta
a un mundo donde
la cordura esté prohibida
si significa tristeza.
Beber sueños en silencio,
permitirles entrar
más allá de la piel,
hacer caso omiso
a los que juzgan,
y convocar la ternura
en cada oportunidad
que se presente.
Apasionarse,
quedarse sin respiración
cuando destella la luz
y todo es éxtasis.
Entregar las palabras
como ramos de flores,
como fuentes que manan,
como simples testigos
del sentir del corazón.
Convertirlas
en pequeños consuelos
que nacen en los ojos
de quien las lee,
a veces como salvavidas
de la soledad última
que a veces une
y otras tantas separa.

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