martes, 20 de marzo de 2012

CÓMPLICES

Cuando lo escribo
la felicidad pasa a ser
un estado del alma
que penetra
hasta en los huesos...

Pero cuando lo lees
es algo parecido
a alcanzar la gloria
por ver la expresión
que tu semblante refleja...

Y cuando lo comentamos
el hechizo circula
entre las sensaciones
que despiertan
tus opiniones y las mías...

Experiencias de emoción
que nos condenan
por ser cómplices
en el delito flagrante
de sublimar la poesía
y que sin duda nos llevan
a ser un libro abierto
que sabe que aún queda
lo mejor por escribir...

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