Se descubrieron
y aunque aceptaron
de buen grado
que habría un límite,
aún así volaron juntos
con las alas de la imaginación
repartiendo poesía,
y se reconocieron
en la ilusión de amistad
creada en sus corazones
para regalar belleza
a las miserias de este mundo.
Tuvieron una deuda
con el destino
y se ofrecieron a pagarla
con sonrisas,
miradas nuevas
y palabras que salían
a borbotones de sus ojos.
Supieron bendecir
la suerte de encontrarse
alma a alma, palmo a palmo,
brindis a brindis
en un infinito común
que sólo ellos conocieron.
Alimentaron recuerdos
con el poder de su mirada
y tercos resultaron
aquellos días felices
en los que surgían flores
festejando lo surgido
en la cordura de aquellos locos
que firmaron un acuerdo
en el lenguaje
del que hablan los sueños
para ofrecer realidades
a los que los leyeran.
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