sábado, 11 de febrero de 2012

NORMA JEAN



Cuando entreveo
una imagen de Norma Jean
mi alma imagina
el pozo hondo de tristeza
que padeció Marilyn
en los días que enmarcaron
la dualidad de su existencia.
Muy por encima del mito
hay una mujer
compleja y fascinante,
inteligente hasta el punto
de disfrazarse de lo contrario,
lectora empedernida,
poeta de ojos tristes
y alma conjugada
con una especie de sonrisa
que no sabe sonreír,
excepto cuando
las circunstancias lo exigían.
En esa mirada de miope
que vemos en sus fotos
alejadas del marketing,
se transluce dolor en demasía
y una pesada carga
de soledad que necesita
del cariño y la ternura.
Muy pocos la entendieron,
puede que ni ella misma
supiera hacerlo
y por ello los buitres
hurgaron sin piedad
en la herida que sangraba.
Me pregunto
que pensaba Norma
de la realidad de Marilyn,
incógnita que me atraviesa
de angustia el pecho
cuando veo sus películas.
Lo hubiera dado todo
por ayudarla a reunir
los fragmentos de su alma
y reconstruir con ella
esos trozos de vida rotos
para cambiar definitivamente
el significado de su risa.
Puede que sólo sirva
a un objetivo ya imposible,
pero por si vale de algo
confieso en este poema
que mi adoración es para Norma.

2 comentarios:

Montserrat dijo...

Bonito homenaje...

Anónimo dijo...

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