de la misma cadena
de despropósitos:
Los mercados asustaron
a los políticos
y los políticos asustaron
a la gente corriente.
Luego el proceso revirtió:
La gente corriente
se puso en manos
de los políticos
que les habían asustado
y estos a su vez
están elevando un altar
en el que adoran
a los dioses del mercado.
A partir de ese momento,
quienes alimentaron
el miedo ajeno,
han caído como buitres
sobre la población
para alimentarse
de la carroña
que ha quedado
tras la matanza
de derechos sociales
que idearon.
Y ahora,
paralizados por el miedo,
nos limitamos
a escuchar el insoportable
crujir de dientes
que está destrozando
lo poco que nos dieron
con aquella perspectiva
que un día llamaron
estado de bienestar.
Nadie vendrá a espantar
a las aves de rapiña
mientras se dan el festín,
al menos servirá
para darnos cuenta
de que estamos muertos,
aunque maldito sea
el consuelo
que una revelación
de tal naturaleza supone.
1 comentario:
Estoy contigo, y ahora, que hacemos? Esto no hay ya quien lo pare, o si?...
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