miércoles, 18 de enero de 2012

JUEGO DE AMOR



Necesitamos este descanso, porque la tarde ha estado dedicada intensamente al amor, el aroma que se respiraba en el dormitorio no dejaba lugar a dudas sobre la cuestión. Una vez pasada la tormenta y bañados en sudor como estamos, me apetece mirarte. Con los ojos cerrados, feliz y desmadejada como estás me pareces más hermosa que nunca...

-Me apetece celebrarlo- digo...
-¿Te parece poca celebración? –Y la que aún nos queda, porque en cuanto me recupere un poco, lo retomamos...
-Me refiero a salir a celebrarlo. No sé... Ir a cenar, por ejemplo.
-¿Y qué celebramos, si puede saberse?
- No sé... Que estamos vivos, que me gustas, que es fantástico hacer el amor contigo... Elige lo que más te guste.
-Visto así, tampoco parece mala idea. Aún nos queda toda la noche por delante para seguir jugando...
-Pues entonces, vamos. Y además, el juego puede continuar aunque salgamos...
-En qué estarás pensando. Conozco esa expresión tuya y a saber lo que se te habrá ocurrido...
-Cuanto antes nos levantemos, antes podrás descubrirlo. Eso sí, te pongo una condición: Que aceptes hacer todo lo que te diga. Te aseguro que nos vamos a divertir... Pero todo dependerá de hasta dónde seas capaz de llegar para disfrutar.
- Llego hasta donde sea, ya veremos quién pierde el juego esta noche...

Te tomo de la mano y nos dirigimos abrazados a la ducha... Cuando el agua está a la temperatura justa, dejamos que nos cale sin separarnos. Un nuevo beso que añadir a la lista interminable que nos une... Tomo la esponja, la empapo en gel y comienzo a pasarla suavemente por tu piel mientras se me escapan nuevos besos en puntos estratégicos de tu anatomía. Te dejas hacer encantada. Luego te convierto en mi esponja, porque nos restregamos mutuamente para compartir la espuma, es algo que siempre nos encanta hacer. Tú pareces querer más, pero yo te lo impido. Te propongo vestirnos... Aceptas con una sonrisa. Salgo primero de la ducha, tomo la toalla y te voy secando despacio porque me encanta ocuparme de todo lo que tiene que ver con tu cuerpo.

Luego toca elegir lo que ponernos. Te propongo que nada de ropa interior. No quiero sentir ningún obstáculo cuando me apetezca tocarte y dadas las circunstancias, eso es algo que resultará inevitable. Aceptas sin reparos y con movimientos que destilan sensualidad te pones un vestido suelto y vaporoso mientras me haces un guiño cómplice... Cómo me gustas, tienes la capacidad innata de dejarme sin aliento.

-Estoy lista, ¿nos vamos?- Preguntas...

Pero antes de salir te espera una sorpresa: Te pido que cierres los ojos y abras las piernas. Y cuando lo haces con esa pícara expresión tuya tan maravillosa, con mucho cuidado introduzco un pequeño juguetito en cierta parte, que parece recibirlo encantada. Pruebo, a ver si funciona y te estremeces...

-¡Ah, bandido!: No me habías dicho nada sobre que sería cena para tres.
- Ya ves... Hoy es que tengo la imaginación desbordada.

Salimos abrazados y tomamos el paseo litoral. La noche es hermosa, casi tanto como la mujer que camina a mi lado. Te lo digo y te noto conmovida. No sé si por mis palabras o las sensaciones que el juguete despierta en tu interior. Prefiero pensar que por lo primero, aunque bien pensado, tampoco me importaría que fuese por lo segundo.

Llegamos al restaurante, nos sentamos, hacemos el pedido y mientras cenamos yo me comporto como un auténtico caballero, aunque de vez en cuando pongo en funcionamiento el aparatito. Tú no puedes parar de moverte en la silla y apenas comes. Me pides que por favor volvamos a casa cuanto antes, que ya no lo soportas más, pero el problema es que yo no tengo prisa y además me lo estoy pasando genial con tus apuros. Aunque no puedo evitar apiadarme y te propongo que si tanta necesidad tienes, podrías ir un momento al baño para desahogarte... Te niegas al principio, me comentas que estoy como una cabra... Pero la necesidad cuando es imperiosa termina por imponerse... Vuelves toda arrebolada y adoptas una postura significativa al volver a sentarte. En esos momentos te estoy deseando tanto, que yo mismo me sorprendo de la intensidad de lo que siento...

-¿Estás bien?, pregunto -Perfectamente, contestas.
-¿Y el juguete, qué has hecho con él? –¿Dónde crees que está? Pues justo donde debe estar: En su sitio, atontado...

Hago la prueba, poniendo la máxima velocidad y el brinco que pegas resulta lo suficientemente significativo. Estás empezando a llamar la atención de los demás comensales... Y la verdad es que parece importarte un comino. Te pones a reír con tantas ganas que hasta logras sorprenderme. Es evidente que estás disfrutando de lo lindo... Tanto que cuando acabamos de cenar (en realidad acabo yo, porque tú apenas has comido), al levantarnos una pequeña mancha de humedad acusa en el vestido lo que te ocurre... Cuando te señalo la circunstancia me amenazas, me dices al oído que me lo vas hacer pagar, pero se nota que estás disfrutando como nunca.

Salimos y en un recodo del paseo donde las sombras asoman, te paras, adoptas una postura sumamente retadora y me miras con aire fiero... A mí los retos me encantan, así que soplan caricias en el aire de la noche... Hasta que en un determinado momento te vuelves, me tomas por la solapa y me escupes la frase definitiva:

-¡O nos vamos ahora mismo a un lugar donde pueda desahogarme contigo o te mato. Y lo digo muy en serio!

No puedo negarme... Aceleramos el paso a medida que nos acercamos a casa y llegamos casi corriendo... Mientras subimos la escalera te quito el vestido y cuando entramos en el piso tú ya estás desnuda y te abalanzas sobre mí arrancándome literalmente la ropa. Lo que vino luego fue una fiesta para los sentidos. Y no nos olvidamos del juguete, que tuvo un protagonismo destacado el resto de la noche.

Cuando todo acabó, me salió sin pensarlo: Te quiero...

Luego lo pensé mejor, porque era la primera vez que te lo decía... Y lo volví a repetir con total convencimiento.

No hay comentarios: