martes, 10 de enero de 2012

CUERPO DE MUJER



Descubrir el cuerpo de una mujer
es una tarea maravillosamente lenta
y tan asombrosa como un milagro
o un espectáculo donde la magia
se entrega generosa a los sentidos.
En cada ocasión que se presente
se produce una nueva revelación
y encontramos otra respuesta
que incorporar a los interrogantes
del placer que nos exterioriza
cuando libremente a ello se presta.
En realidad todo cuerpo humano
es, por definición, casi infinito,
pero el de la mujer además es bello
porque está en su propia naturaleza.
En el procedimiento de conocerlo,
cada parte se va individualizando,
adquiere una personalidad propia
y una manera específica de tratarlo:
Poco a poco cada curva, cada arruga,
cada lunar escondido en los sitios
más inesperados, toman consistencia.
A la sensación que el avance produce
se le añaden el portento de los sabores,
el aroma que desprende al ser acariciado,
las temperaturas, el grado de suavidad...
Hay sitos concretos que devoran besos,
dedos que tocan con un saber milenario,
senos que son la culminación de un sueño,
muslos que no habrían de ponerle puertas
a la dulce sensación del placer entregado.

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