No hay seres mitológicos
que nos envíen signos,
pero puede que ocurra
que en un día de suerte,
tras una determinada
circunstancia como a través
del rostro de un niño,
o un gesto de misericordia,
de sufrimiento o de paz,
se produzca el impacto
de una señal irrebatible.
Tal vez la descifremos
sólo nosotros,
pero es posible que aún así
se vuelva vital
para nuestra existencia.
Estamos llamados
cada uno por su cuenta,
a encontrar
en medio de la vida
una señal extraordinaria:
Podrían ser un ideal,
una persona, una ilusión,
un sentimiento, algo
en suma que transponga
nuestras miserias cotidianas
y añada valor intrínseco
a la empresa de existir.
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