sábado, 26 de noviembre de 2011


Se desvanece el tiempo
cuando las aguas apuran
su fluir en la mirada
y se hace presencia el mar
en el casi imperceptible vaivén
que permanece cautivo
en lo más profundo de sus ojos.
Se hacen entonces
los segundos insoportables
porque en mi corazón
su perfil define el poniente
y me absuelve de muchas penas...
Yo también añoro
pues hay una existencia 
que me dedica atardeceres 
en cada recuerdo para guardarla
como un tesoro donde predomina
el aliento y la luz
brotando de su alma lejana...
Le pido que no se deje abatir,
porque ahora estamos más cerca
y el tiempo es un viajero
que une su dirección y la mía,
ya estamos casi a punto
de lograrlo desde la distancia
y asoman sobre el horizonte
las metas que nos trazamos.

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