viernes, 4 de noviembre de 2011

AQUÍ



Fue el mal administrado
fríamente desde el estado,
un sistema instituido
para reprimir sin medida
que estuvo a punto
de hacer desaparecer
hasta la esperanza
en aquellos bulevares
de los tiempos rotos
donde el fascismo
campó a sus anchas
y dejó un reguero
de espanto silencioso
por los caminos.
No sabes cómo envidio
desde este lado del océano
a aquellos que han puesto
en manos de la justicia
a los que volvieron
sus armas contra el pueblo
que habían jurado defender.
Aquí no ha habido
ni sombra de arrepentimiento
y hasta las víctimas
de los crímenes más sucios
siguen perdidas en fosas
que algunos se niegan
repetidamente a buscar
porque jamás han renegado
de ese pasado de posguerra
donde se cimentó
el terror más profundo.
Aquí no hemos podido
cantar que no habrán
más penas ni olvido,
pero sí nos obligan
a sufrir la vergüenza
del homenaje a los infames
cada vez que cruzamos
alguna calle o decidimos
sentar nuestro cansancio
en el banco de una plaza
y leemos placas con nombres
que al menos por dignidad
debían haber desaparecido
hace ya mucho tiempo.
Aquí se han negado
a cerrar las viejas heridas
por donde sigue sangrando
el dolor de los vencidos...
Y no contentos con ello
hasta se atreven a llamarlo
reconciliación democrática.

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