jueves, 15 de septiembre de 2011

PASADOS


Todos tenemos un pasado, resulta inevitable. Lo malo es cuando lo acaecido en tiempos pretéritos se convierte en vergüenza histórica y, por ende, en mancha abrumadora para un presente que algunos darían lo que fuese con tal de convertirlo en impoluto… Bastan un mínimo de curiosidad y algo de tiempo para investigar, porque los datos son los que son y están al alcance de cualquiera.
Cosas de la aldea global, que facilita información al alcance de un golpe de teclado. Siempre encontraremos algún hilo colgando de la madeja histórica. Y cuando tiramos de él, enseguida advertimos los borrones en las vergüenzas de algunos que ahora despiertan admiración por donde pasan. Centrémonos, por ejemplo, en un sistema político que desata horror generalizado, como el del Tercer Reich alemán. Vemos qué curiosidades podemos encontrar:
Podemos empezar por la Iglesia como institución, ya que el papa romano se afilió en su momento a las juventudes nacionalsocialistas y ahora reza rodeado de obispos y cardenales que a su vez suceden a otros que ampararon, glorificaron y bendijeron los regímenes fascistas, personificados en Franco, Mussolini y Hitler.
Hugo Boss, el de los perfumes tan sofisticados que tanto se anuncian en televisión al llegar las navidades, ganó dinero (muchísimo dinero, habríamos de puntualizar) diseñando y fabricando sastres para los monstruos del Tercer Reich.
Bertelsman, uno de los principales grupos mediáticos mundiales y el primer editor de revistas en Europa y el segundo en el mundo (en España es propietario del Círculo de Lectores), se ocupó de publicar obras de instrucción oficial para las SS y tuvo en su nómina a escritores nazis como Will Vesper y Hans Grimm.
El gran Henry Ford, ese tipo que da nombre a tantos vehículos a motor que circulan por nuestras calles, puso camiones y jeeps al servicio del ejército alemán: No conforme con eso, se atrevió a escribir el libro "El judío internacional". Para hacernos una idea de su contenido, basta con comentar que el propio Hitler consideró acertado condecorarlo personalmente, al igual que colgó medallas en el pecho de los responsables de IBM, empresa que hizo factible con su tecnología la identificación y catalogación de los judíos.
La madeja sigue desarbolándose: Rockefeller financió las investigaciones raciales y racistas nazis. Prescott Bush (padre y abuelo de Presidentes norteamericanos) puso su fortuna a disposición de Hitler entre 1934 y 1943, a través de la Union Banking Corporation. Le acompañaba otro multimillonario del que era socio, Fritz Thyssen. Sus dineros ayudaron a la economía hitleriana en los momentos de mayor expansión. El Deutsche Bank, amigo de la causa, financió el campo de concentración de Auschwitz. Y empresas como Bayer, Basf o Hoeschst, se encargaron de usar como conejillos de indias a prisioneros de los campos de la muerte, que también se vieron obligados a trabajar como esclavos para Krupp, Thyssen, Siemens, Varta, Bosch, Benz, Volkswagen o BMW.
Las millonarias ganancias que este gigantesco entramado originaban, terminaban a buen recaudo en la neutral Suiza, sobre todo joyas y dientes de oro de los gaseados. Ya saben lo que pasa con las neutralidades: Lo que cuenta es el dinero, no de dónde ha salido...
Al acabar la contienda se produjo la fuga de cerebros diseñadores del holocausto, favorecida por la guerra fría. Las dos grandes potencias que diseñaron la paz iniciaron una vergonzante carrera para hacerse con los servicios de científicos con un pasado poco edificante. De hecho, el proyecto lunar, la conquista más efectista del espacio, fue dirigida por el ingeniero aeroespacial Von Braun, quién, a su vez, se había encargado de trabajar en todos los mecanismos de defensa hitleriana, empleando mano de obra esclavizada.
La madeja es curiosa y no tiene piedad alguna, cuanto más se deshace el ovillo, más grande se torna, como si algún truco de magia invada la lana. Lana de sangre histórica derramada por millones de personas.

1 comentario:

Antoniatenea dijo...

Pues lo de Henry Ford no lo sabía . Has hecho bien en airear cosas. El pasado turbio se debe sacar para limpiar el presente. Un abrazo, amigo.