sábado, 13 de agosto de 2011

FELICIDAD



Obsesionarse con la felicidad
es un signo
de pueril infantilismo,
sería como jugar al escondite
durante toda la vida:
Ella se esconde y tú la buscas,
pero al encontrarla
repite lo de contar hasta diez
y se vuelve a esconder,
así siempre
y lo malo es que algunos
no terminan de darse cuenta.
Yo hace mucho
que le pasé mi dirección
y espero que me visite
cuando sus ocupaciones
se lo permitan
o le venga en gana...
Somos como viejos amigos
que celebran verse
de vez en cuando
Por lo demás,
dejo que viva su vida
mientras me ocupo de la mía.

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